El Prof. Dr. Alberto Lifshitz, reconocido educador médico mexicano, “comparte la visión de que el diagnóstico por analogía, que es lo más que se suele enseñar, resulta insuficiente”. En su opinión, lo que hace Practicum Script al salirse de los formatos tradicionales de respuesta correcta única y confrontar la incertidumbre, "no es un tema muy bien comprendido por los científicos duros, pero es el escenario en el que nos movemos los clínicos”.
Ciudad de México, 26 de julio de 2018. Alberto Lifshitz es médico cirujano, egresado de la Universidad Autónoma de México (UNAM) y especialista en Medicina Interna por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Dentro de la UNAM, desde 1972 el Dr. Lifshitz se ha desempeñado en la Facultad de Medicina como profesor y Secretario de Enseñanza Clínica. Además, ha sido jefe de Departamento, jefe de División y Director del Hospital de Especialidades del Centro Médico del IMSS, así como coordinador de Educación Médica en la misma institución. De igual forma, ha sido titular de la Unidad de Educación, Investigación y Políticas de Salud del IMSS y secretario del Consejo de Salubridad General hasta 2012. Avalado por años de experiencia y cargos de especial relevancia en su país, a continuación da cuenta de la "nueva clínica" aparejada al siglo XXI...
Ha sido profesor de cursos de licenciatura y especialización en medicina, sinodal de la fase práctica del examen profesional de la carrera de medicina de la Facultad de Medicina de la UNAM y director de tesis para obtener el grado de especialidad, ¿qué futuro le augura a la profesión?
Como responde a necesidades sociales continuas y renovadas, la profesión tendrá que seguir su misión, pero obviamente cambiará en función de una serie de transformaciones, tanto científicas como tecnológicas, conceptuales, sociales, metodológicas. La medicina ya está siendo diferente de la medicina clásica en razón de todas estas influencias.
¿De qué manera rompe esto con el paradigma mecanicista y racionalista clásico?
No soy un experto, pero yo entiendo que la complejidad alude a la gran cantidad de variables que participan en un cierto fenómeno, que están interconectadas en red y que cualquier cambio en alguna de ellas afecta al conjunto. En medicina, no se puede ya hablar de “la causa” de la enfermedad, pues todas las enfermedades son multicausales y en ello participan incluso elementos subjetivos.
¿Diría que hay que desplazar el foco de la enseñanza al aprendizaje? ¿Cómo?
Por supuesto. Lo importante no es lo que hacen los maestros sino lo que ocurre en los alumnos. Sólo el aprendizaje legitima el acto educativo. Es necesario constatarlo (para ello son las evaluaciones), pero también si las competencias adquiridas se expresan en el desempeño y si este tiene un impacto. Hay que propiciar que los profesores moderen la soberbia y piensen en las consecuencias de sus acciones.
Recientemente la Fundación Practucim acudió a un encuentro en el que se enumeraron tres retos en el campo de la Educación Médica: competencias huérfanas, nuevas tecnologías y enseñanza por tareas clínicas. ¿Coincide con esta visión de las cosas?
Si por competencias huérfanas se entienden las transversales, comparto la idea de su jerarquización. Los estudiantes, independientemente de su orientación disciplinar y de sus intereses individuales, tienen que alcanzar estas competencias. Las nuevas tecnologías, por supuesto, ofrecen una gama de alternativas, educativas y clínicas, otrora impensables; la clave es abordarlas críticamente, obteniendo el máximo beneficio de ellas pero sin supeditarse ni esclavizarse. Las tareas clínicas son el fundamento del aprendizaje y los caminos para la pericia en el área.
¿Qué opinión le merece la simulación? Más allá del entrenamiento de habilidades psicomotrices, ¿hasta qué punto es beneficioso el entrenamiento del razonamiento clínico?
El uso de pacientes artificiales (maniquíes, estandarizados, electrónicos) sin duda ayuda a mecanizar algunas destrezas, pero los estudiantes, tarde o temprano, tienen que enfrentar pacientes reales. Solo ante ellos se aprenden ciertos contenidos como empatía, compasión, relación médico-paciente o solidaridad.
¿Cómo valora, en concreto, el simulador de casos clínicos reales Practicum Script?
Me gusta mucho. Creo que estructurar el pensamiento diagnóstico y el terapéutico (y más el pensamiento pronóstico) es todavía una necesidad pedagógica no resuelta en muchas escuelas. También me gusta la denominación de “pensadores clínicos” que jerarquiza esta actividad. Comparto la visión de que el diagnóstico por analogía (¿qué tanto se parecen el padecimiento y la enfermedad?) que es lo más que se suele enseñar, resulta insuficiente en muchos casos, al igual que lo es una visión exhaustiva como la de buscar todo para ver si sale algo. Confrontar la incertidumbre no es un tema muy bien comprendido por los científicos duros, pero es el escenario en el que nos movemos los clínicos.
Cuando lo nombraron titular de la Secretaría de Enseñanza Clínica de la UNAM en 2013, le pidieron que implementase el plan de estudios por competencias en los ciclos clínicos, ¿en qué quedó aquel desafío?
Se logró aterrizar el plan en los contextos clínicos, pero no estoy seguro de que se ubique en el contexto de las competencias. No todos nuestros profesores lo han entendido y tienen una larga inercia. Con los exámenes de avance académico podremos saber si se aterrizó bien un plan por competencias.
Iatrogenias, uso y abuso de la tecnología y falta de interés personal en el paciente, ¿son temas tabú?
Históricamente sí son temas tabú pero recientemente se habla de ellos con mayor apertura. Son temas de extraordinaria importancia para la práctica contemporánea de la profesión y tienen que ser enfocados bajo una perspectiva autocrítica y propositiva. También ha sido tabú el hablar de los derechos de los médicos, sus errores y las exigencias de la sociedad, pero cada vez se abordan con mayor madurez.
Ha publicado más de 270 artículos en revistas, ¿qué valor le concede a la investigación?
Sin duda, ha sido el camino del progreso en la práctica clínica (y en otras disciplinas de la medicina). Todos los estudiantes debieran tener una exposición a la investigación, no siempre para que se conviertan ellos mismos en investigadores originales pero sí para que se adiestren en ciertos contenidos muy importantes para la práctica profesional: observación cuidadosa, cuestionamiento, profundización teórica, sistematización u orden, entre otros.
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