Recién llegada del congreso europeo de editores científicos, celebrado en Bucarest entre el 8 y el 10 de junio, la Dra. María del Carmen Ruiz Alcocer, atiende a la Fundación Practicum en Madrid para contarnos cómo transformar el conocimiento en educación. En su séptima visita a la capital española, conversamos con la reconocida editora senior mexicana sobre cómo hacer de los contenidos científicos un producto editorial.
Madrid, 15 de junio de 2018. De naturaleza inquieta y perfil humanista, la Dra. María del Carmen Ruiz Alcocer, ha aprovechado una escala en Madrid para ofrecernos una clase maestra en versión concentrada sobre la publicación editorial. La facultativa pertenece a la Asociación Mexicana de Editores de Revistas Biomédicas y acumula décadas inmersa en el ámbito de la corrección editorial. Solo una vez se ha permitido el lujo de pisar la capital de España por placer. Su agenda es intensa, pero nos hace un hueco. Y es que, con la Fundación Practicum la Dra. Ruiz tiene una relación estrecha. Su labor en la fundación consiste en la conciliación idiomática, o, lo que es lo mismo, en unificar el criterio de un español estándar “entendible a uno y otro lado del charco”.
De acuerdo con la editora médica, el fin último de la investigación es la difusión y la transferencia de información y conocimiento. “Es por eso que el texto requiere de ciertas dotes de eficacia comunicativa”. El objetivo del artículo original es comunicar los hallazgos derivados de la investigación. La publicación constituye, en este sentido, el producto final de este proceso y la revista científica es el expositor por excelencia. Los condicionantes asociados a este contexto resultan fundamentales para comprender las singularidades de este tipo de escritura. La aplicación rigurosa del método científico se traslada al papel en una secuencia, a menudo, tediosa para el investigador.
La regla de oro que cualquier manual facilita para una correcta redacción del artículo científico es seguir una secuencia lógica en la exposición de los conceptos, diferenciando claramente los hechos o resultados de los juicios de valor e inferencias. “El problema deriva del hecho de que el investigador está acostumbrado a trabajar en el laboratorio y a la hora de escribir a veces se atasca”, explica la Dra. Ruiz. Además, en la actualidad, vivimos en los tiempos del Spanglish y “este pésimo híbrido resultante de unir la lengua inglesa y el español lleva a la generalización de errores”. En este sentido, la Dr. Ruiz confiesa que su mayor reto radica en “convencer a los investigadores de que lo que hacemos es transformar en palabras bien dichas su valiosa investigación”.
Corregir la forma, no el fondo
De ahí que el consejo de la Dra. Ruiz para quienes se inician es que se apoyen en los editores, “que entiendan que estamos para serviles”. Como ella misma subraya, el grueso de su trabajo es “corregir la forma, no el fondo”. El objetivo de cualquier manual de estilo es tipificar, armonizar, estandarizar, homogeneizar, normalizar y uniformar criterios lingüísticos, estéticos y técnicos. Se trata, en definitiva, de hacer comprensibles las cosas. Y en ese empeño la doctora continúa formándose y reciclándose. “En cuanto terminemos tengo que cerrar un par de trabajos para el máster que curso en la Universitat Oberta de Catalunya", se despide.
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